Xmas, Bloody Xmas
Nota Aclaratorioa: Cuando comencé a escribir este post (hace como una hora y media) todo parecía que sería sencillo, pero resultó ser más largo que La Guerra y La Paz de León Tolstoy, por esta razón decidí partir el post en varios postcitos para que sea más digerible y para evitar que te azotes en el teclado si te gana el sueño. Espero tus comentarios sobre este nuevo estilo de post ya que realmente me preocupa no volverte a ver por aquí si te aburres demasiado. Sin más por el momento... te dejo continuar, a partir del siguiente punto y aparte comienza la aventura navideña.
Así que llegó la navidad y yo me divertí en grande... sí, realmente me divertí en grande. Todo comenzó en casa de mi Adoración...
La hora de que el show en el cubil del norte empezara estaba próxima, al menos eso indicaban los movimientos de las habitantes. Fui requerido para aplicar una de mis mejores habilidades malamente engarzadas a mi currículum hogareño: encender la chimenea lo cual parecía una tarea sencilla... y lo fue ya que provocar fuego dentro de la casa es algo que ya había hecho antes (aunque nunca en una situación controlada como una chimenea), además de todo fue divertido ya que alimentar al pequeño Calucifer llegó a ser adictivo con papeleo y abanicamiento.
Todo estaba bien hasta que llegó la hora de que marchara hacia el cubil del centro (MI [todavía] casa) así que procedí a realizar el protocolo de despedida navideña, ya casi tradicional. Un regalo esperaba bajo el árbol a mi muy estimada señora del Cubil del Norte, detalladamente envuelto (con ayuda de mi madre quien hace casi 15 años que ha envuelto regalos profesionalmente) -Feliz Navidad, Señora. Le tengo un regalito- a lo que me respondió -¡Ay, no te hubieras molestado!, pero qué bueno que te molestaste. Qué será- expectativa durante el desgarro de la envoltura...
¡Oh sorpresa!, ¡catástrofe!, ¡crisis!, ¡caos!, ¡cambio imprevisto en la rutina!,¡ siniestro!, ¡terror! ... era el regalo equivocado (mi error por no dar detalles y por olvidar poner tarjetitas... ). Entregué el obsequio que era para mi padre, sí, tal como suena. Pancho dirían algunos (y algunas). Así que con la pena coloreando mi faz emprendí la graciosa huída del "aquí no pasó nada, hagamos una pausa... pongan comerciales o algo..."
El camino de bajada (literalmente bajada) fue veloz, pero poco antes de pasar el llano vi cómo el tráfico estaba deshecho por una -hermosa- calenda así que tomé la desviación más próxima atravesando la calle de Humboldt hasta llegar a García Vigil, justo en la esquina del Carmen Alto y comencé mi lento descenso hacia aquella calle cuyo nombre no recuerdo pero creo que es Guerrero, Constitución o algo así patriótico y todos fluimos lentos, pero constantes hasta que se me ocurrió descender nuevamente por 5 de Mayo hasta independencia, pero justo en morelos... me topé con otra calenda que impidió mi paso y tuve que soplármela todita, desde los farolitos, pasando por los chamacos mal vestidos en el camión y la bola de turistas siguiendo a la religiosa comitiva. Finalmente logré llegar al Cubil del Centro, puse el ecto1 en modo -invisible- (con luces intermitentes puesm) y corrí por el regalo correcto, abordé nuevamente y regresé al cubil del norte sin problemas, pero con gran prisa.
Lo bueno fue que pude dar la satisfacción de que abriera dos veces su regalo de navidad (no es eso un bono y me corresponderían puntos extra?). Éxito aparente: quedó fascinada con un fabuloso libro de recetas de comida italiana (plan con maña: recetas=tendré+que+probar+la+comida).
Volví sin novedad al cubil del Centro y para mi sorpresa el tiempo estaba cayendo sobre mi con su tajante paso: menos de una hora para partir hacia la casa de mi Abuela. El baño... ocupado, la chocoaventurera estaba bañándose así que esperé y esperé vagando en internet hasta que fue hora. Baño express (bien hecho, pero sin descansos revitalizantes) y disfrazamiento doble express para poder cepillar la melena de León
Una vez listo... a Esperar ya que entre la prontitud de las mujeres con quienes vivo no es típicamente express ni puntual... Esperar más... Esperar a la chocoaventurera, seguir esperándola... Hasta que fue la hora... de cupmlir los caprichos de mi madre: "acostar al niño" que consiste en un rato de oración, un rato de hórridos cánticos navideños (a.k.a. villancicos) y un peregrinaje para depositar al chamaco en el pesebre.
Luego de esta trágica aventura procedimos a la apertura de los regalos ya que se nos estaban quemando las manos por no abrirlos. Mi amorosa madre se ha compadecido de mi alma obsequiándome una biblia portátil y también se ha preocupado por la comunicación volátil de mis métodos de cortejo (una loción puesm!... será una indirecta? ... no lo creo). Por mi parte este año he quedado casi en banca rota obsequiando lo que me encantaría que me obsequiaran: Libros. A mi hermana chocoaventurera le regalé una súper edición de Don Quijote ya que hace poco tenía intención de leerlo. La única que no tuvo libro fue mi madre quien recibió como regalo colectivo (entre comillas porque aún no recibo una parte del donativo para el regalito) un celular nuevo ya que yo tomé prestado el suyo cuando murió el mío. Ahora está feliz re-descubriendo el mundo de la telefonía celular. Mi padre recibió dos libros para ayudarle en su investigación que está haciendo (y uno tercero que le di hoy). Yo recibí el primer libro de la serie -Los Reyes Católicos-: Castilla para Isabel (así que si alguien quiere regalarme el segundo o tercer libro...).
Luego del intercambio emprendimos la rápida huida (cómo se escribe "uir"?) hacia la casa de mi abuela, nuestro primer intento fue fallido ya que se nos estaba olvidando la ensalada, después unos regalos y finalmente pudimos salir 20 minutos tarde. Al llegar ya todos estaban empezando a circular los distintos alcocholes (que al final siguen siendo etanoles) y todo parecía ser una maravilla hasta que llegó la tan ansiada hora de la cena (por fortuna este año no nos abrazamos inecesariamente). que tenía.
No te pierdas el próximo episodio: Xmas, Bloody Xmas. Lo más emocionante apenas está por ocurrir en la casa de mi abuela... hasta un evento sanguinario.
Así que llegó la navidad y yo me divertí en grande... sí, realmente me divertí en grande. Todo comenzó en casa de mi Adoración...
La hora de que el show en el cubil del norte empezara estaba próxima, al menos eso indicaban los movimientos de las habitantes. Fui requerido para aplicar una de mis mejores habilidades malamente engarzadas a mi currículum hogareño: encender la chimenea lo cual parecía una tarea sencilla... y lo fue ya que provocar fuego dentro de la casa es algo que ya había hecho antes (aunque nunca en una situación controlada como una chimenea), además de todo fue divertido ya que alimentar al pequeño Calucifer llegó a ser adictivo con papeleo y abanicamiento.
Todo estaba bien hasta que llegó la hora de que marchara hacia el cubil del centro (MI [todavía] casa) así que procedí a realizar el protocolo de despedida navideña, ya casi tradicional. Un regalo esperaba bajo el árbol a mi muy estimada señora del Cubil del Norte, detalladamente envuelto (con ayuda de mi madre quien hace casi 15 años que ha envuelto regalos profesionalmente) -Feliz Navidad, Señora. Le tengo un regalito- a lo que me respondió -¡Ay, no te hubieras molestado!, pero qué bueno que te molestaste. Qué será- expectativa durante el desgarro de la envoltura...
¡Oh sorpresa!, ¡catástrofe!, ¡crisis!, ¡caos!, ¡cambio imprevisto en la rutina!,¡ siniestro!, ¡terror! ... era el regalo equivocado (mi error por no dar detalles y por olvidar poner tarjetitas... ). Entregué el obsequio que era para mi padre, sí, tal como suena. Pancho dirían algunos (y algunas). Así que con la pena coloreando mi faz emprendí la graciosa huída del "aquí no pasó nada, hagamos una pausa... pongan comerciales o algo..."
El camino de bajada (literalmente bajada) fue veloz, pero poco antes de pasar el llano vi cómo el tráfico estaba deshecho por una -hermosa- calenda así que tomé la desviación más próxima atravesando la calle de Humboldt hasta llegar a García Vigil, justo en la esquina del Carmen Alto y comencé mi lento descenso hacia aquella calle cuyo nombre no recuerdo pero creo que es Guerrero, Constitución o algo así patriótico y todos fluimos lentos, pero constantes hasta que se me ocurrió descender nuevamente por 5 de Mayo hasta independencia, pero justo en morelos... me topé con otra calenda que impidió mi paso y tuve que soplármela todita, desde los farolitos, pasando por los chamacos mal vestidos en el camión y la bola de turistas siguiendo a la religiosa comitiva. Finalmente logré llegar al Cubil del Centro, puse el ecto1 en modo -invisible- (con luces intermitentes puesm) y corrí por el regalo correcto, abordé nuevamente y regresé al cubil del norte sin problemas, pero con gran prisa.
Lo bueno fue que pude dar la satisfacción de que abriera dos veces su regalo de navidad (no es eso un bono y me corresponderían puntos extra?). Éxito aparente: quedó fascinada con un fabuloso libro de recetas de comida italiana (plan con maña: recetas=tendré+que+probar+la+comida).
Volví sin novedad al cubil del Centro y para mi sorpresa el tiempo estaba cayendo sobre mi con su tajante paso: menos de una hora para partir hacia la casa de mi Abuela. El baño... ocupado, la chocoaventurera estaba bañándose así que esperé y esperé vagando en internet hasta que fue hora. Baño express (bien hecho, pero sin descansos revitalizantes) y disfrazamiento doble express para poder cepillar la melena de León
Una vez listo... a Esperar ya que entre la prontitud de las mujeres con quienes vivo no es típicamente express ni puntual... Esperar más... Esperar a la chocoaventurera, seguir esperándola... Hasta que fue la hora... de cupmlir los caprichos de mi madre: "acostar al niño" que consiste en un rato de oración, un rato de hórridos cánticos navideños (a.k.a. villancicos) y un peregrinaje para depositar al chamaco en el pesebre.
Luego de esta trágica aventura procedimos a la apertura de los regalos ya que se nos estaban quemando las manos por no abrirlos. Mi amorosa madre se ha compadecido de mi alma obsequiándome una biblia portátil y también se ha preocupado por la comunicación volátil de mis métodos de cortejo (una loción puesm!... será una indirecta? ... no lo creo). Por mi parte este año he quedado casi en banca rota obsequiando lo que me encantaría que me obsequiaran: Libros. A mi hermana chocoaventurera le regalé una súper edición de Don Quijote ya que hace poco tenía intención de leerlo. La única que no tuvo libro fue mi madre quien recibió como regalo colectivo (entre comillas porque aún no recibo una parte del donativo para el regalito) un celular nuevo ya que yo tomé prestado el suyo cuando murió el mío. Ahora está feliz re-descubriendo el mundo de la telefonía celular. Mi padre recibió dos libros para ayudarle en su investigación que está haciendo (y uno tercero que le di hoy). Yo recibí el primer libro de la serie -Los Reyes Católicos-: Castilla para Isabel (así que si alguien quiere regalarme el segundo o tercer libro...).
Luego del intercambio emprendimos la rápida huida (cómo se escribe "uir"?) hacia la casa de mi abuela, nuestro primer intento fue fallido ya que se nos estaba olvidando la ensalada, después unos regalos y finalmente pudimos salir 20 minutos tarde. Al llegar ya todos estaban empezando a circular los distintos alcocholes (que al final siguen siendo etanoles) y todo parecía ser una maravilla hasta que llegó la tan ansiada hora de la cena (por fortuna este año no nos abrazamos inecesariamente). que tenía.
No te pierdas el próximo episodio: Xmas, Bloody Xmas. Lo más emocionante apenas está por ocurrir en la casa de mi abuela... hasta un evento sanguinario.
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