El Ultimo Gran Blog: Despues de Este... no hay mas.

domingo, enero 30, 2005

Situación hipotética... by 'through the red eye'

"Si tuvieran la oportunidad de volver a nacer, ¿qué cosa les gustaría más, nacer siendo hombre, o nacer siendo mujer? ¿Por qué preferirían uno sobre otro? ¿Qué cosa les gustaría hacer que tal vez su sexo actual no se los permite??"

Ajaaa una pregunta interesante, realmente me gusta mucho esto de ser hombre ^___^ sin embargo me gustaría nacer mujer para saber qué se siente, además, si soy tan hermoso siendo hombre... debería ser una mujer despampanante O_o wow!!! ya quiero verme ;)


A continuación la sección -tres cosas- by NOlo

Tres cosas and stuff...


Tres cosas que me asustan
1. Abrir las puertas (para más información... recuerdenme hacer un post al respecto de las puertas O_o)
2. Despertar en las noches con esa terrible angustia sin razón
3. Las profundidades del mar

Tres personas que me hacen reir
1. Mi amada
2. Mis amigos
3. Mi roomie :p

Tres cosas que me gustan
1. Jugar videojuegos
2. Ver anime
3. Sexo (a quien no???) :p

Tres cosas que no me gustan
1. Champiñones
2. Betabel
3. víceras de animales para comer >___<

Tres cosas que me asustan
1. Abrir las puertas (para más información... recuerdenme hacer un post al respecto de las puertas O_o)
2. Despertar en las noches con esa terrible angustia sin razón
3. Las profundidades del mar

Tres personas que me hacen reir
1. Mi amada
2. Mis amigos
3. Mi roomie :p

Tres cosas que me gustan
1. Jugar videojuegos
2. Ver anime
3. Sexo (a quien no???) :p
Tres cosas que no me gustan
1. Champiñones
2. Betabel
3. víceras de animales para comer >___< ugh!!!

Tres cosas que no entiendo
1. Por qué los gringos re-eligieron a bush
2. Por qué los creacionistas y afines, se niegan a aceptar la evidencia evolutiva y se esfuerzan tanto en desacreditar la evolución basándose en -un libro- escrito por -un humano imaginativo- 3. Por qué la gente no puede ver los dos lados de la moneda antes de hacer cualquier cosa .___. incluso pleitos, discusiones y guerras :(

Tres cosas en mi escritorio
1. Mi compu :p
2. Mi Taza del café ^___^
3. Plumas

Tres cosas que estoy haciendo en este momento
1. Pienso
2. Oigo música
3. Escribo :p

Tres cosas que quiero hacer antes de morir
1. Tener un hijo/hija con quien amo
2. Escribir uno o más libros internacionalmente reconocidos
3. Encontrar mi camino espiritual

Tres cosas que puedo hacer
1. "1021" :p
2. Tocar el piano (o al menos fingir que toco :( )
3. Cuidar y cultivar plantas ^____^

Tres formas de describir mi personalidad

1. -Serio
2. -Honesto
3. -Sincero

Tres cosas que no puedo hacer

1. Derivar ecuaciones
2. Volar
3. caminar en la cuerda floja

Tres cosas que creo que deberías escuchar
1. Una cascada en un lugar solitario (y en silencio) con buena compañía
2. Mago de Oz
3. Las olas del mar

Tres cosas que creo que NO deberías de escuchar
1. Canciones de novelas O_o no solamente esa de -soy rebelde- o -mujer de madeeeeeraaaaaaaa-
2. Grupitos pseudo rockeros/punk
3. Cualquier canción interpretada por cualquier pseudocantante de -La academia-

Tres de las cosas que digo más
1. Híjoles!
2. Changos!
3. Chancros!

Tres cosas que me gustaría aprender
1. Tai-Chi o Yoga
2. A tocar el violín
3. A derivar ecuaciones .___.

Tres bebidas que consumas regularmente
1. Coca Cola
2. Café ^___^
3. Agua

Tres programas que veías cuando eras niño.
1. He-Man
2. Caballeros del Zodiaco
3. Los cazafantasmas ;)

Tres películas que recomiendes
1. Kill Bill (vol 1 y 2 obviamente... separados son media película)
2. Moulin Rouge
3. el cavernícola :D

Tres pasatiempos favoritos
1. Jugar Videojuegos
2. Ver anime
3. Leer

Tres canciones que te ponen en ambiente
1. La mayoría de Mago de Oz :D:D:D:D:D:D:D
2. como dicen por ahi: -la novena de Beethoven
3. Cualquiera de los Beatles!!!! :D:D:D:D:D

Tres pecadillos (hehehe ;) )
1. Irrumpir en la madrugada en la casa de alguien :p (valió la pena hehe)
2. Conseguí ciertas medicinas que en ese entonces no sólo eran ilegales, sino un "pecado" imperdonable :o
3. Hacer pipi en en un bote de esos de -pecsi- .___.

Tres logros
1. Encontrar al amor de mi vida
2. Pasar Termo .___.
3. Entrar a la uni :D:D

Tres mañas
1. morderme las manos .___.
2. Prestidigitar en los juegos de cartas
3. Soy Mitómano O___o

Tres aromas que disfrutes
1. El de mi amada :D:D
2. Tierra y hierbas mojadas por la lluvia
3. Carne asada cuando muero de hambre :D

Tres títulos para la novela de tu vida
1. Que así sea
2. Cinco veces te contaré dos historias de un singular personaje
3. No se llamaba Roberto



:p Hehehe, nuevamente cortesía de Throug the red eye (o como se escriba!)


jueves, enero 27, 2005

Las Plumas Del Cuervo: Caso 1 (5/5)

Después de ese “ataque”, todos los recuerdos de los días siguientes vuelven a mí en pequeños fragmentos dispersos mientras escribo estas líneas. Durante días sólo me dedique a tomar alcohol, consumir opio y destrozar todo lo que estaba a mi paso. De esos caóticos, sólo poseo vagos recuerdos: una pelea el café Opera, Fernando sacándome de prisión, Reinhardt gritándome, la gente señalándome en la calle, una cortesana sonriéndome, una anciana abrazándome. Retazos y retazos que hasta el sol de hoy no se si fueron productos de mi imaginación o si en verdad sucedieron.

El día que salí de ese caos fue un sábado lluvioso. Lleno de ira y dolor me interne en el segundo piso de la biblioteca, lugar que era “nuestro sitio” y donde se encontraban todos mis recuerdos. Empecé a ver los títulos de los libros, buscando el que nos unió, aquel que me hizo conocerla. Después de unos minutos de una desesperada búsqueda lo encontré, viejo y destartalado como mi alma: “El banquete” de Platón. Lo tomé y sin siquiera abrirlo empecé a recordarlo todo. Por un instante olí su perfume, sentí su respiración en mi cuello, sus brazos rodeándome mientras lo leíamos juntos. Escuche su voz, sentí su mirada y regrese en el tiempo:
-Yo no creo que Platón tenga razón –dijo Verónica con esa inocencia que me cautivaba.
-¿De qué hablas mi vida? –respondí abrazándola con dulzura.
Ella sonrió regalándome una de esas miradas que me devolvían la vida en un instante.
-Platón decía que el amor es una especie de estado mental en el cual se pierde el juicio y por eso todo se ve hermoso, de hecho lo comparaba con la locura-dijo sonriente. Yo le robe un beso y le respondí con una mirada cálida:
-Pues si el tiene razón, no me importa estar loco por ti.

Ahora estando en el medio de la nada, de la oscuridad de estos libros me doy cuenta del grave error que cometió aquel filósofo griego.
-¡Maldito seas Platón!, Maldito seas por unirnos, por hacer que perdiera la razón por ella… por todo…-grite histérico corriendo por todo el lugar.
Lancé el libro contra una pared y lloré hasta quedarme seco, hasta que no quedó ni una lágrima más en todo mí ser. En ese estado de desesperación adquirí mi nueva condición “humana” –si a eso se le puede llamar así. Por un instante deje de sentir, me volví inmune no sólo al dolor, sino a las emociones. Me había convertí en un cúmulo de recuerdos andantes, una especie de antiguo diario que sólo sirve para releer los mismos recuerdos una y otra vez.

El cuervo que llegó aquel trágico día se quedó en mi cuarto. Harto de luchar contra él, lo adopté como mascota y lo llamé cariñosamente Allan, en honor a Poe. Durante varios días me persiguió la misma pesadilla de Verónica. Visión que me sacó a patadas de aquel cuarto de la biblioteca que se había vuelto todo mi mundo como una vez lo fue el cuarto del orfanato. Salí de mi cuarto y empecé a caminar por la biblioteca, mientras Allan me seguía saltando de anaquel en anaquel. Tomé el anillo de Verónica –que tenía guardado dentro de mi bolsillo- y cerré los ojos. Una vez más, sin esfuerzo alguno, tuve la misma visión que se repetía una y otra vez en mis sueños: la sombra negra empujando a Verónica. Allan empezó a graznar, por un instante pensé que diría “Nunca más, nunca más” al igual que el poema, pero dicha impresión fue desechada cuando capté el fondo del asunto. Allan, al igual que mi corazón me gritaba una verdad que no quería escuchar, una verdad que se me repetía en sueños una y otra vez: alguien había matado a Verónica y yo debía vengarla. De esa forma su servidor, el siempre presente Steven Lawrence, se convirtió en el ángel proveniente del infierno de si mismo, un ángel que cayó en este mundo con un solo objetivo: La venganza.

jueves, enero 20, 2005

Las plumas del Cuervo: Caso 1 (4/5)

En el suelo, bañada en plumas de cuervos, con las piernas y manos extendidas yacía el cuerpo de una hermosa chica rubia. Su piel tenía un tono verdoso y viscoso debido al tiempo que pasó sumergida en el río. El vestido rosado que tenía estaba lleno de agujeros por todos lados al igual que toda su piel; los cuervos se habían dado un festín con ella; teoría que termine de confirmar cuando –en un acto puramente masoquista- alcé la manta que cubría su rostro. Nunca olvidaré ese instante que me ha perseguido hasta el día de hoy en mis peores pesadillas. Su rostro, casi destrozado por los picotazos de los cuervos estaba bañado en sangre tan oscura como la noche, sus hermosos labios carmesí eran morados y agujereados como un viejo zapato. Donde antes reposaban unos ojos color azul cielo sólo quedaban cavidades llenas de sangre y gusanos: los cuervos le habían arrancado los ojos. Aquel despojo humano, esos restos de hermosura que estaban bañados en sangre y agua era lo único que quedaba de mi amada Verónica Sphenix. Por un instante pensé que todo era una equivocación, aquella mujer no podía ser mi Verónica. Pensamiento que se derrumbo cuando tome su mano izquierda y saqué de su dedo índice el anillo de compromiso que la noche anterior le había dado.

Tome el anillo con mis manos y lo lleve a mi pecho abrazándolo, como si en el quedara un pedacito del alma de mi amada. Por un instante sentí que todo era un mal sueño, una de esas terribles pesadillas que me acosan en las noches, hasta que una pluma negra cayó del cielo sobre mi mano demostrándome la veracidad de dicha escena. Los cuervos satisfechos por su comida, volaban sobre mi cabeza burlándose de aquella escena macabra: la muerte de mi amada. Solté un grito desgarrador que partió el cielo en dos, un grito que desapareció a los cuervos, detuvo el tiempo y me arrastró a un oscuro abismo del cual nunca podría salir. Ese alarido fue el detonante que convirtió mi vida en un caos completo.

Muchos teóricos afirman que los seres humanos poseemos un límite o “umbral” del dolor tanto físico como mental; cuando una persona atraviesa dicho umbral puede ganar una especie de insensibilidad o, en el peor de los casos, volverse loco. En ese instante, mientras mi voz partía el universo en dos, yo, Steven Lawrence, atravesé ese umbral para vivir por siempre en las tinieblas. Al extinguirse mi voz perdí el conocimiento, cayendo al lado del cuerpo de mi amada. Haciendo memoria puedo escuchar la voz de Fernando diciéndome que respirara y la voz de los otros oficiales pidiendo ayuda a gritos, todo en vano porque mi alma, al igual que la de Verónica, ya estaba perdida.

Cuando recobré el sentido me encontraba en mi cama. El cuervo de esa mañana seguía en mi habitación vigilándome. En mi mano reposaba aún el anillo de Verónica y justo al apretarlo tuve una especie de visión. Por un instante vi a Verónica paseando por el puente Séneca contemplando el anillo que le di; sentí su sonrisa y su felicidad al acariciar ese anillo, su corazón latía lleno de emoción, todo era perfecto en ese momento. Segundos después veía a Verónica luchando contra una sombra negra, una sombra que la empujaba contra la baranda del puente haciendo que ella cayera estrepitosamente en las profundidades del río Dante. Solté otro grito, esta vez más calmado, que me hizo salir de aquella tenebrosa visión. El cuervo empezó a graznar y yo desesperado, poseído por el demonio del recuerdo, me levanté de la cama y tiré al suelo todo lo que encontraba en mi habitación.



--Nota: esta vez no cheque la ortografia porque tengo flojera, cuando desaparezca este mensaje significará que la ortografía habrá sido revisada. gracias

viernes, enero 14, 2005

Situación hipotética ... By Through the Red Eye

Situación Hipotética de la semana
Si tuvieras tanto queso como para comer durante un mes... ¿en que forma lo comerías principalmente y por qué? ¿le agarrarías asco al queso? ¿te gusta el queso para empezar o_O?


Si yo tuviera tanto queso como para comer durante un mes... haría una fiesta de queso pan y vino con mis amigos una vez ada dos o tres días para que no nos hartemos de tanto queso n__n-b si nos cansamos de comer con pan y vino, sería una fiesta de quesadillas!!! y si nos cansamos de las quesadillas, se haría una fiesta de Queso fundido!!! y si nos cansamos del queso fundido... sería una guerra de quesos para que se acabe el útlimo día del mes.

Las Plumas del Cuervo: Caso 1 (3/5)

Emocionante eh? ... ya casi termina el primer caso, no lo podrán creer ;)


Siempre he sido un sujeto muy callado, no un antisocial, pero tampoco un charlatán que para estar tranquilo tiene que emitir algún comentario de cualquier hecho que ocurra. Me perturba demasiado el tener que escuchar a toda hora, y en donde esté, la historia de alguien. ¿Por qué mi aversión al escuchar a los otros?, eso se lo debo a mi maldición de tener una imaginación muy volátil –y muchas veces malsana-. Cada vez que escucho un pequeño fragmento de conversación termino de armarla inconcientemente. De un simple comentario creo un mundo, personajes y tramas condenadas a desaparecer, segundos después, que escucho otra conversación, de la cual a su vez creo otro mundo totalmente distinto al anterior. Éste defecto fue el que me arrastró a escribir estas páginas, todo con el fin de poder liberarme un poco de los fantasmas que me acosan todo el tiempo.

Mientras permanecía callado, abstraído en mi mismo, Fernando me hablaba sobre un informe que había recibido de otra ciudad. Por lo poco que capté era algo referente a un asesino en serie que mataba siguiendo un patrón que nadie había podido descifrar.
-El mundo está loco Steven, ya ve como cualquiera puede matarlo sin usted tener la culpa, y al final de cuentas todo queda como si nada –musitaba Fernando con un cigarro en la boca.
Asentí por reflejo mientras pensaba en aquella jovencita muerta. Una de las cosas que me atormentan –mucho más que cualquier conversación- es cuando se comete un crimen; ya que alguna fuerza sobrenatural ajena a mi voluntad, me obliga a imaginármelo todo con lujo de detalles. Esto me causa una especie de mórbido dolor que nunca he podido evitar y en el cual recaigo a cada instante. Dicho dolor, en parte, me ha obligado a buscar los culpables de cualquier suceso, por pequeño que sea.

Sin siquiera ver la escena del crimen empecé a sentir la desesperación que vivió aquella jovencita. Probé un poco del dolor que la llevó a tomar esa terrible decisión de ponerle fin a su vida. Sentí el vacío de un amor perdido, un familiar muerto, la desesperanza por la vida; un torrente de emociones que al final eran simples conjeturas sobre su muerte. Mientras más cerca estábamos del río Dante, miles de vertientes se abrían en mi mente y cientos de punzadas se sentían en mi corazón. Tal vez una de las peores maldiciones que aquejan a los seres humanos, es aquel instinto primitivo –del cual muchos niegan su existencia a pesar de haberlo sentido, cuando menos, un par de veces en su vida- de la intuición. Esa sensación de inseguridad que nos advierte que algo está mal, aunque no sepamos qué es, esa percepción que viene de los lugares más recónditos de nuestro cerebro –o nuestro corazón- se ha convertido para mí en una de las peores torturas que un humano puede sentir.

Esa intuición desmedida me estaba asesinando aquel día nublado. Sentía una desesperación indescriptible, ganas de correr, llorar, gritar y todo sin explicación alguna. Mi única salvación –más bien, perdición- era llegar al sitio del crimen; éste era el único pensamiento que ocupaba mi mente y movía mi cuerpo. Fernando, mientras caminaba a mi lado dijo con la voz entrecortada:
-¿Cuál es la prisa Steven?, estamos casi corriendo hermano
-Tenemos que llegar pronto, tengo un mal presentimiento y tu más que nadie sabes cómo funcionan las corazonadas conmigo –respondí-.
La calma que reflejaba el rostro de Fernando se transformó en una expresión casi fúnebre al escuchar mis palabras. Fernando sabía bien que en todo este tiempo que llevamos “trabajando” juntos nunca me ha fallado la intuición. Muchas veces para provecho, otras para desgracia, pero siempre mis predicciones y corazonadas eran acertadas.

Los escasos metros que hay desde la salida de la avenida Francia hasta las inmediaciones del puente Séneca se me hicieron infinitos. Todo estaba en silencio cuando empezamos a andar aquel camino verde que bordea el río Dante. Era una tensa calma, que sólo se veía interrumpida por los cuervos revoloteaban a lo lejos. Parecía un cuadro o una fotografía; todo estaba congelado en el tiempo. El viento no soplaba, el pasto no se movía, el río ni se sentía; sólo se escuchaba los graznidos de los cuervos que revoloteaban a unos 100 metros de nosotros. Sin duda alguna, ahi yacía el cuerpo de aquella jovencita que sin proponérselo destrozaría mi vida, me quitaría el corazón y la razón sin yo poder evitarlo.

Casi corriendo llegué al sitio. Tres oficiales de policías –entre ellos el jefe de Fernando- estaban rodeando el cadáver de la chica. Recuerdo bien que cuando los vi, sóo eran sombras negras para mí -ahora que hago memoria es que me [entero] que ellos estaban allí ese día-. Fernando se presentó ante sus compañeros y su superior mientras con temor, su servidor, se empezaba a acercar al cuerpo. Los oficiales se fueron a un lado con Fernando, dejándome el campo abierto para observar aquella escena grotesca que cambiaría mi vida.





miércoles, enero 12, 2005

Son unos GATOOOOOOOOS!!!

Después de mucho pensar si me gustan más los perros o los gatos... llegué a la conclusión que me gustan mucho más los gatos, ya que me parecen estéticamente más bonitos que cualquier perro, además que son muy muy muy limpios y nunca huelen mal (a menos que no estén bien cuidados o que sean unos horribles gatos callejeros, pero aún así un gato callejero>>>>perro callejero). Pero si me dieran a escoger cuál adoptaría como mascota, sin dudarlo elegiría un perro de cualquier marca, perdón, raza.

Bueno, luego de esta breve introducción que no venía al caso porque no es la intención de este post... les dejo con este magnífico video que hará que les reviente el abdomen de tanto reir :D que vivan los gatooooooooos!!!



Las Plumas Del Cuervo ... continuación

Saludos a todos! Aquí está la continuación de las plumas del cuervo! disfrútenla, cada vez se pone mejor :D
-------------------------------------------------------------------------------------------


Fernando, un colombiano moreno de estatura pequeña pero mayor que yo en edad, tenía puesto su uniforme de trabajo –pantalones negros con un chaleco y chaqueta del mismo color-, dicho atuendo era una de las cosas que él más odiaba; eso sin mencionar el hecho de tener a toda hora un odioso sombrero negro en forma de copa. Él es una de las pocas personas que se ha ganado mi entera confianza y ha sido mi mano derecha desde que llegué al pueblo, a pesar de su carácter amargado y su forma apática de ver la vida. Amante de la literatura de Poe –casi tanto como yo- decidió ser policía gracias a su pasión por resolver crímenes, afición que comparto y que me arrastró –en parte- a irme por el camino del periodismo. Desde pequeños hemos vagado por cada rincón del pueblo “resolviendo casos” como los han sido perros perdidos, objetos robados por mendigos de la zona, entregar paquetes y correspondencias, por nombrar algunos. Además de ser mi mejor amigo, Fernando ha sido mi mayor “fuente” de noticias, todo el tiempo me consigue sucesos que la mayoría del pueblo ignora para que los publique, de igual manera, siempre lo ayudo consiguiéndole datos para sus casos. Juntos hemos resuelto varios crímenes, desde una conspiración para asesinar al alcalde del pueblo hasta un enorme robo al banco “Hiroshima”. Gracias a nuestras hazañas nos hemos ganado el apodo de “Los detectives salvajes” junto con el respeto y cariño de todo el pueblo.

-Oiga hermano, le tengo una noticia de primera página –dijo Fernando mientras veía a los lados-.
-¿Un robo? ¿Noticias de guerra? –respondí alzando mi ceja derecha-.
-Algo mejor, me acaban de informar del suicidio de una señorita.
Una punzada que me hizo temblar llegó a mi corazón y de inmediato pregunte:
-¿Y no sabes quién es?
-Negativo mi camarada.
Un rayo cayó y el cielo empezó a nublarse aún más. La luz del sol se torno gris al ser filtrada por las enormes nubes; los cuervos graznaron y volaron a todos lados.
-Esos pájaros no mienten Steven, esto termina de confirmar la noticia que te doy. –dijo Fernando mientras sacaba un cigarrillo de su chaqueta negra-.
Para los que no lo sepan, el cigarrillo es una especie de tabaco pero mucho más pequeño y es algo que ha estado muy en boga en estos tiempos.
-Deberías dejar ese vicio, eso no te hace bien. –atiné a decir mientras mi mente seguía pensando en aquella señorita muerta-.
-Claro que me hace bien, cualquier cosa que me tranquilice no puede ser mala –respondió mientras echaba una bocanada de humo-.

Fernando subió con su pulgar derecho el sombrero negro que cubría casi todo su rostro dejando ver, de esa manera, unos lentes redondos y detrás de ellos sus tristes ojos grises. Revisó su bolsillo izquierdo del cual sacó una leontina seguida de un pequeño reloj de plata.
-¿Entonces Steven? ¿Piensa estar todo el día ahí parado?
Con la mirada perdida en un oscuro callejón –como el de mi alma- que da hacía la calle Portugal le respondí:
-Por supuesto que no, vamos a ver que sucedió.
Mientras atravesábamos rápidamente la calle Buenos Aires, Fernando me daba los detalles del suceso.
-La jovencita fue hallada hace una hora o menos en las orillas del río Dante, al parecer se lanzó desde el puente Séneca ayer en la noche –contaba Fernando mientras se hacía paso entre la multitud-.
Yo lo seguía por inercia, mi cuerpo estaba en el medio de la calle Buenos Aires siguiendo a un policía, escuchando los gritos de la gente, tropezándose con niños que jugaban, sintiendo un calor abrasador que salía del corazón que sólo latía más y más acelerado, como si alguien lo pateara a cada segundo; mientras tanto, mi mente se encontraba ya en un lugar no muy lejano: el sitio del crimen, esperando ansiosa al cuerpo para poder observar en conjunto lo que sucedió. En un santiamén cruzamos entre la gente que se aglutinaba para comprarle a Mohamed, el turco que está en la entrada de la calle y que recibe a todos los que llegan con su mercancía. Casi corriendo llegamos a la avenida Francia, donde sólo se pueden observar pequeños comercios que dan la bienvenida a la gente que llega al ruidoso sur de la ciudad.

Respirando un aire más tranquilo, con menos gente en las aceras, sin personas moviéndose por todos lados empecé a calmarme. Muchas veces el salir a la calle, caminar y tener que escuchar las conversaciones de otros, enterarme de sus historias, sus amores y sus dolores –sin quererlo- me perturba mucho. Es una especie de tortura que he sufrido desde que llegue a este pueblo, y ahora que lo pienso, tal vez por evitarme ese suplicio fue que nunca hable en aquel orfanato. ¿Por qué ha de perturbarme la vida de los demás?, es una pregunta sin respuesta que me ha agobiado todo el tiempo. No creo ser el único al cual el colectivo le perturba, debe haber unos cuantos como yo en la calle, caminando de prisa, sentados en los callejones o leyendo un libro para intentar escapar, inútilmente, del fantasma de la sociedad. Lo que detesto de la gente no es su mal olor, tampoco la manía de caminar sin ver llevándose todo por el medio, mucho menos los prejuicios o las terribles miradas que lanzan a un desconocido. Lo único que odio con todo mi ser de las sociedades, es esa condición sine qua non de estar hablando todo el tiempo.

lunes, enero 10, 2005

Las plumas del cuervo. Caso 1

Debido al gran éxito que tuvo el famoso -preludio- de Las plumas del cuervo este blog se enorgullece en presentarles el primer caso. Muchas gracias a Luis Bond por permitirme publicar este maravilloso relato. Disfrutenlo!

Las plumas del cuervo
Caso 1: Verónica Sphenix, la muerte del amor

El ruido de un cuervo que se coló por mi ventana me despertó súbitamente. Maldije al intruso que revoloteaba por toda mi habitación hasta que se detuvo en el copete de mi cama y empezó a graznar. Aún en estado de letargo me levanté de la cama, lavé mi cara y empecé a alistarme para salir, mientras que el cuervo sólo se limitaba a seguirme con su mirada. Tomé mi cuaderno de notas y omitiendo al molesto visitante pensé “Bonita manera de comenzar un día”, y sin perder más tiempo, salí de mi cuarto a toda prisa. Atravesé en unos segundos el complejo laberinto de estantes repletos de libros que anteceden a mi modesta habitación, baje por una escalera metálica de caracol hasta llegar al segundo piso donde el recuerdo de mi amada Verónica me detuvo. Todos los días de mi vida, cada vez que paso por acá mi mente se va con ella. En este lugar, rodeados de novelas románticas y tragedias griegas, nos conocimos una lluviosa tarde de octubre; aquí fue nuestro primer beso y en entre estos anaqueles hemos pasado la mayor parte de este hermoso romance. No pude evitar suspirar y verla correr por todos lados sonriéndome, por un instante la sentí a mi lado, probé una vez mas sus labios en mi recuerdo y lleno de amor –como el tonto que soy- corrí a toda prisa.

Crucé casi a ciegas el laberíntico y oscuro piso para llegar a otra escalera de caracol que me llevo hasta la planta baja. Pasé rápidamente entre diccionarios, enciclopedias y un par de mesas hasta llegar al centro de la biblioteca donde un enorme ventanal redondo bañaba con luz un lujoso escritorio de nogal cubierto de libros y cuadernos. Ésta era la llamada “recepción” de la biblioteca, donde Reinhardt atendía a los clientes y llevaba el control del negocio. Me acerqué para dejarle una nota informándole que iba a salir cuando un libro abierto de par en par llamó mi atención, “Estamos al borde de un precipicio. Miramos el abismo, sentimos malestar y vértigo. Nuestro primer impulso es retroceder ante el peligro. Inexplicablemente, nos quedamos…” rezaba el fragmento que llegué a leer hasta que Reinhardt entró por la puerta principal.
-Estás atrasado Steven, ¿Qué haces perdiendo tiempo acá? -me dijo sonriendo Reinhardt-.
-Lo siento abuelo, sólo quería dejarte una nota… -respondí apartando la mirada del libro-.
Reinhardt cambió de cuenca su monóculo y respondió:
- No te preocupes hijo, no pierdas tu tiempo con este anciano y vete.
Le sonreí y camine hacia la entrada cerciorándome de tener mi lápiz y mi libreta en su sitio.
-Ya me voy abuelo Reinhardt, intentaré venir a la hora del almuerzo para comer contigo.
El abuelo me respondió con una calidad sonrisa y unas palmadas en la espalda mientras me sostenía la puerta. Tomé del perchero mi abrigo y mi sombrero negro, y me despedí –sin saberlo- con la última sonrisa que podría esbozar en mucho tiempo.

Al salir de la penumbra de la biblioteca me encontré con un día algo soleado en Ravendreams Town. A pesar de que las nubes lo tapaban, el sol con toda su fuerza las traspasaba e iluminaba la ciudad sin problema. Los cuervos revoloteaban sus alas por todo el pueblo dando a la gente un mal augurio. Algo grande, algo funesto estaba sucediendo en algún lugar y de eso no cabía la menor duda.