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lunes, enero 10, 2005

Las plumas del cuervo. Caso 1

Debido al gran éxito que tuvo el famoso -preludio- de Las plumas del cuervo este blog se enorgullece en presentarles el primer caso. Muchas gracias a Luis Bond por permitirme publicar este maravilloso relato. Disfrutenlo!

Las plumas del cuervo
Caso 1: Verónica Sphenix, la muerte del amor

El ruido de un cuervo que se coló por mi ventana me despertó súbitamente. Maldije al intruso que revoloteaba por toda mi habitación hasta que se detuvo en el copete de mi cama y empezó a graznar. Aún en estado de letargo me levanté de la cama, lavé mi cara y empecé a alistarme para salir, mientras que el cuervo sólo se limitaba a seguirme con su mirada. Tomé mi cuaderno de notas y omitiendo al molesto visitante pensé “Bonita manera de comenzar un día”, y sin perder más tiempo, salí de mi cuarto a toda prisa. Atravesé en unos segundos el complejo laberinto de estantes repletos de libros que anteceden a mi modesta habitación, baje por una escalera metálica de caracol hasta llegar al segundo piso donde el recuerdo de mi amada Verónica me detuvo. Todos los días de mi vida, cada vez que paso por acá mi mente se va con ella. En este lugar, rodeados de novelas románticas y tragedias griegas, nos conocimos una lluviosa tarde de octubre; aquí fue nuestro primer beso y en entre estos anaqueles hemos pasado la mayor parte de este hermoso romance. No pude evitar suspirar y verla correr por todos lados sonriéndome, por un instante la sentí a mi lado, probé una vez mas sus labios en mi recuerdo y lleno de amor –como el tonto que soy- corrí a toda prisa.

Crucé casi a ciegas el laberíntico y oscuro piso para llegar a otra escalera de caracol que me llevo hasta la planta baja. Pasé rápidamente entre diccionarios, enciclopedias y un par de mesas hasta llegar al centro de la biblioteca donde un enorme ventanal redondo bañaba con luz un lujoso escritorio de nogal cubierto de libros y cuadernos. Ésta era la llamada “recepción” de la biblioteca, donde Reinhardt atendía a los clientes y llevaba el control del negocio. Me acerqué para dejarle una nota informándole que iba a salir cuando un libro abierto de par en par llamó mi atención, “Estamos al borde de un precipicio. Miramos el abismo, sentimos malestar y vértigo. Nuestro primer impulso es retroceder ante el peligro. Inexplicablemente, nos quedamos…” rezaba el fragmento que llegué a leer hasta que Reinhardt entró por la puerta principal.
-Estás atrasado Steven, ¿Qué haces perdiendo tiempo acá? -me dijo sonriendo Reinhardt-.
-Lo siento abuelo, sólo quería dejarte una nota… -respondí apartando la mirada del libro-.
Reinhardt cambió de cuenca su monóculo y respondió:
- No te preocupes hijo, no pierdas tu tiempo con este anciano y vete.
Le sonreí y camine hacia la entrada cerciorándome de tener mi lápiz y mi libreta en su sitio.
-Ya me voy abuelo Reinhardt, intentaré venir a la hora del almuerzo para comer contigo.
El abuelo me respondió con una calidad sonrisa y unas palmadas en la espalda mientras me sostenía la puerta. Tomé del perchero mi abrigo y mi sombrero negro, y me despedí –sin saberlo- con la última sonrisa que podría esbozar en mucho tiempo.

Al salir de la penumbra de la biblioteca me encontré con un día algo soleado en Ravendreams Town. A pesar de que las nubes lo tapaban, el sol con toda su fuerza las traspasaba e iluminaba la ciudad sin problema. Los cuervos revoloteaban sus alas por todo el pueblo dando a la gente un mal augurio. Algo grande, algo funesto estaba sucediendo en algún lugar y de eso no cabía la menor duda.

2 comentarios:

Luis Bond ∴ dijo...

awwww keee cuchiiii *O* domo arigato por poner mi historia aca alex!! n_n no sabes como me alegra ke tomes un poco de tu espacio y me lo cedas para esto! En serio domo arigato, no sabes lo feliz ke me haces n:_:n

Aleiex dijo...

Doitashimashita luis san...








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